Con el tiempo aprendí colocar las piezas en la maquinaría que previamente había diseccionado y a disfrutar comprobando, que a pesar de sobrarle una o dos ruedecitas, el mecanismo funcionaba sin aparente dificultad.
Superada esa etapa empecé a tomar interés por destripar los mecanismos que usan los artistas para emocionar con su trabajo.